¡Ya viene "La Regla"! ¡Dios salve al coro! (III)
... El concurso coral estaba a la vuelta de la esquina. Las cuatro semanas de ensayos y preparativos habían transcurrido de manera meteórica. A estas alturas, recién tomamos conciencia de tamaña responsabilidad, y no sólo con el colegio sino también, con nuestros padres que se mostraban de lo más entusiastas, hecho que ejercía irremediablemente, sobre nosotras, una carga de presión extra. Por iniciativa propia, nuestros padres habían mandado a confeccionar un uniforme para la ocasión: un saquito granate con la insignia bordada del colegio y una pollerita tan corta que el más leve suspiro nos pondría en situación embarazosa.
Había empezado la cuenta regresiva, la tensión iba en aumento y se apoderaba de todos los involucrados... El profesor Leonidas ("Mr. Chichí") estaba con un humor de los mil demonios y al más pequeño error nuestro reaccionaba y quedaba hecho un pichín.
Dos días antes de la audición, Paty, por una cuestión de nervios o simplemente porque la naturaleza siguió su libre albedrío, menstruó..., era la primera y pensamos que a todas nos vendría por aquellos días (como una especie de enfermedad contagiosa y digo "enfermedad" porque cada vez que se referían a Paty decían: "Paty se ha enfermado..." o "Paty está enferma..."), así es que, a menos de 24 horas de nuestro debut, teníamos los nervios crispados.
No sería la regla o su latente presencia alrededor nuestro la culpable de la debacle o de una mala performance sino nuestra falta de fe y confianza, como lo diría en aquellos instantes la señora Rebecca en las clases de catecismo. Así es que, bajo el patrocinio de la señora Rebecca y después de un examen de conciencia nuestro, se celebró una misa de salud, pues, a nuestra salud (¡gracias!).
Definitivamente, el concurso estaba tomando ribetes desproporcionados y..., absurdos. Bueno, eso pienso ahora, pero en aquel entonces si me decían que la Tierra era cuadrada como una galleta soda o que Vladimiro era una mansa paloma yo lo creía a pies juntillas, así es que la celebración de la misa (con "cuerpo presente") sirvió para imbuirnos de una mística inexplicable. O por lo menos, si moríamos en aquel mismo instante nos sentiríamos limpitas y aliviadas de camino al cielo.
Paty, tranquila y sonriente -al día siguiente y sin cólicos o malestares a la vista- no tuvo el menor empacho en mostrarnos su toalla higiénica a algunas de nosotras reunidas en el cuarto de baño, hecho que sirvió para sentirnos liberadas, con mejor ánimo para proseguir el día y concluir que: "nadie se muere porque la regla le viene (aunque cuando me tocó me sentí morir... de miedo).
Día D, y a pesar que había amanecido muy claro y los rayos matutinos calentaban a todo en derredor, mis manos se mantenían frías, muy frías y sudorosas. Marita me ayudo con el uniforme y me colocó una cinta roja en la coleta francesa. Me veía en el espejo, me reveía y no soportaba lo que en él se proyectaba: el saquito me parecía horrible y mis piernas habían amanecido más flacas que nunca... Papá me llevó al colegio, y en todo momento trató de transmitirme su calma pero, no lo logró. Ya en el colegio, las maestras abrazaban a las integrantes del coro y les infundían ánimos mientras las colmaban de sonrisas y caricias. Mucha emoción en el ambiente y yo que empeza a acobardarme.
Leonidas, se mostraba sereno, y sonreía mientras hablaba maravillas nuestras. La movilidad no tardó en llegar y en menos de quince minutos ya estábamos dentro de las instalaciones del colegio Maristas. Habían docenas de grupos presentes, muchos chicos y chicas pendientes de su apariencia. Algunos hasta llevaban trajes típicos que provocaban nuestra hilaridad. "Mr. Chichí" encabezada nuestro grupo y lo primero que hizo fue registrarnos en la mesa del jurado. El auditorio era enorme, fácilmente cuadriplicaba al nuestro. Antes, ya había tenido la ocasión de venir a esta misma sala a espectar una película.
Cuando se dio inicio al concurso, el nerviosismo iba y venía, fuimos testigos de espléndidas presentaciones y de otras no tantas (peor no podíamos estar). Algunos llevaban instrumentos musicales, en nuestro caso íbamos a interpretar el tema a capella (unplugged). El número de orden nuestro era el 17 y parecía acercarse a pasos apresurados... Nos cogíamos de las manos, temblábamos como pajaritos bajo la lluvia y sonrisas nerviosas, al por mayor, afloraban de nuestras bocas. Sólo un milagro nos salvaría: "17... Colegio...Adelante".
Caminamos sintiendo nuestros pies pesados y pronto ya no encotrábamos ubicadas en el centro mismo del enorme escenario. La sala estaba repleta. Al lado derecho, sentadas nuestras maestras y padres que parecían mucho más nerviosos que nosotras allí arriba. Para tranquilizarme, fijaba mi vista en la señorita Clemencia, que parecía la única persona tranquila del grupo, con su sonrisa de ángel me transmitía mucha calma. Leonidas de espaldas al público, se colocó al frente nuestro, abrió sus fuertes brazos y empezó a moverlos como queriendo echar vuelo... Empezamos desfasados -incluyendo a Leonidas-, Paty parecía haber dejado la voz en casa pues sólo le salía un hilito, y el resto, parecía como si los nervios hubiesen taponeado nuestras faringes porque apenas salían leves gorgoritos. Habíamos empezado mal, el camino era largo y avizorábamos un mal final. Los ojos de Paty brillaba y buscaban los del resto. Hicimos de esa comunicación silenciosa -a base de miradas- una comunión y nos compenetramos tanto que en algo mejoramos. Sentimos tibios apalusos al terminar. Leonidas mantuvo todo el tiempo la apostura con estoicismo y no nos reprendió al terminar... A pesar que sabíamos que habíamos hecho una mala presentación nos sentíamos tranquilas y por fin podíamos respirar con calma (no dolió). Sintiéndonos en las nubes, descendimos la pequeña escalinata a un lado del escenario y pasando por entre las butacas un chico nos dice: "No se escuchó nada..., parecía gatitas".
Vergüenza, colera, insatisfacción, todo metido en una licuadora..., pero allí estaban nuestros incondicionales padres y maestras para abrazarnos y hacernos sentir mejor; total, para ellos, siempre seremos las mejores...
7 Comments:
beba, el relato estuvo mas que entretenido... la parte de la misa menstrual fue un cague de risa.
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tras haber pecado eva, dios furioso le dijo: eva, pecadora!... ahora esa osadia la pagaras con tu sangre!!!!!!... pero en comodas cuotas mensuales....
efectivamente...lo de la misa menstrual fue muy sutil, también me cagué de risa.
y sobre las cuotas menstruales: jajajajaja
Que cosas nos pasan a las mujeres cuando nos ponemos nerviosas.....
Cuotas mensuales ... jejeje
jajajajajajaja
WoW!!hola, amiga, la vdd. encontré tu blog buscando informacion de otro tipo enla web, pero me gusta tu redaccion, tienes un estilo muy especial(se supone que es tu estilo, jeje, lo siento)bueno, contactame, Tambien me gusta mucho leer, escribir, dibujar y soy demasiado yo como para poder definirme, pero en general, me gusta tener muchas amigas. Mi correo es: soyunfideo@hotmail.com
ah!! se meolvidó decir quesoy una chica, tengo 18 años y soy mexicana, atus ordenes. atte: luisa iveth
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