¡Maldita gata!

A las pocas horas de publicar mi primer post (Yo amo a mi michi), teniendo como tema central mi relación, nada indulgente y poco fructífera con los felinos caseros, recibí, sendas notas conminatorias con el fin de resquebrajar mi posición y cambiar mi actitud. Yo digo: Lo que no nace, no crece; así de simple, así de sencillo. Como respondí en aquel momento, respondo ahora, adelantándome a lo que ha de venir: NO TENGO ojeriza alguna en contra de los gatos; en todo caso, para que entiendan mi actitud, soy víctima frecuente de sus acciones. En su momento conté, como fui casi asfixidada por un minino y conté, también, lo de la "patadita" (al estilo Alan García pero con un justificación valedera) que le propiné, de refilón, a aquel gatito y que fue por una cuestión defensiva de forma inconsciente y totalmente inocente (si no lo entienden, pregúntenle a mi psicólogo...).

Y a todo esto, muchos dirán, ¿un refrito?, !otras vez con los gatos! o los más sensatos: "a mí que MIchi me importa...". Bien. Si estuvieran en mis zapatos (supongo que les apretarían los pies) y no tuvieran otra forma de expresar su desazón y malestar, estoy segura, sin temor al yerro que, actuarían de la misma forma que yo o quizá, un poco más allá...

Para una persona que trabaja, como supongo es el caso de todos, resulta realmente funesto y malhadado tener que soportar noche tras noche el concierto desafinado por parte de un coro gatuno. Y quien pone la voz cantante, con un falsete desafortunado es una gata "alunada" que no tuvo la mejor idea que traer a todos sus pretendientes a un lado de mi ventana. Yo, siempre fui desorejada para la música y para el canto, pero creo, y creo fehacientemente, que ésta gata me saca cientos de cuerpos de ventaja.

Mi habitación, ubicada en el segundo piso y parte posterior de mi casa, colinda con los patios traseros de los vecinos y de mi propia casa. Ellos, están cubiertos de deleznables calaminas y toldos que convierten todo este enorme espacio en un lugar inexpugnable para "doña flor" y su decena de maridos. Tener que escuchar, a fuerzas, agudos y constantes tañidos me han tornado en los últimos días en una insomne.

Algunos vecinos, han planteado la "sutil" solución de darles bocados envenenados. Pero, éstas propuestas han contado con la tenáz oposición de los propietarios de algunos de los gatos directamente vinculados con los incidentes en discusión. Doña Chelita, dueña de la gata, ha dicho muy frescamente que es cuestión de días (y de noches) para que le pasé la "luna" a su "adorada" mascota y con ello las incomodidades. Finalmente, después de vanas discusiones no se ha llegado a acuerdos tangibles ni consensuales.

Ayer, por la noche, Sammy, después del colegio, llegó a casa trayendo de manera camuflada una carabina de presión de aire, de aquellas que lanzan perdigones.

A Sammy, le hemos acondicionado una habitación en el primer piso de casa y muy cerquita del patio y jardín. Está firmemente decidido a no dejar que nada ni nadie estropeé sus sueños.

Anoche, tarde, muy tarde, oí el sonido de la carabina escupiendo perdigones y decenas de patitas golpeando las calaminas. De tanto en tando un quedito lamento que se perdía en la quietud de la noche. Un par de veces más, se repitieron las escaramuzas. Sammy, parecía estar pasándola rebien alucinándose el pequeño vigía lombardo. A este paso, vamos a ver muchos gatitos desnarigados.

Tengo que manifestar mi más firme oposición contra toda forma de violencia que vaya en desmedro de pequeñas, aunque jodidas, criaturas pero en este caso... me abstengo de presentar mi opinión.

(Aviso: Ninguno de los gatos presentados en este post han sufrido lesiones de consideración. Los golpes infringidos por los perdigones ha sido direccionados a zonas no vulnerables y con muy poca carga de presión. La mayor parte de los disparos han sido realizados a modo de apercibimiento (con muy poca fortuna, pobres gatos). Los gatos no han necesitado en las escenas de riesgo de dobles...)