Ahn Jae Wook

Aguijoneada por la curiosidad y pillada por lo repentino, decidí hacerle una visita a Tatita Inés. No es que me entusiasmen, distraigan o llamen mi atención los chismes, pero, cuando involucran a un ser tan querido no hay vuelta que darle. Aunque, siempre hay que dejar un margen para la duda... pero, no era una, ni dos y menos tres las veces que oí, acerca de un galante caballero que la visita con frecuencia. Las mentes desocupadas y lenguas sueltas hablan, libertinamente, de un seguro compromiso en ciernes.

Desde que enviudó, Tatita, hace ya muchas lunas, siempre, había mostrado una carácter misántropo, poco halagüeño, con todos; a excepcion de un par de personas, entre las que me incluyo, yo. Y al parecer... con alguien mas, que no estaba en mi lista...

“Tatita Inés, es mi abuela materna. Yo, la quiero mucho. Tiene los ojitos celestes y limpitos, idénticos a los de mama, sobrepasa con ligereza los 60 años pero parecen cien; es el sumidero preferido de todas las enfermedades existentes y ficticias (hipocondríaca al 100 X 100); cabello como pompa de algodón y carita saturada de arrugas, tantas, como fakir jubilado...”

Ingratitud de mi parte, salidas deliberadas, excesiva y monótona carga laboral, me fueron alejando de la Abue, pero el corazón siempre retorna donde mejor siente el calor de los afectos. Mitad resarcimiento, mitad curiosidad me enrumbé con destino al palacio de cristal.

“Tatita vive en la periferia. Es dueña de una casa enorme de paredes encalada...”

“Cielo plúmbeo, nubes grises, gotas de rocío adheridas a las hojas y flores de un jardín que emerge de un solar, en medio de un yermo de arenas blancas y dunas café, que se transfigura y confunde bajo sabanas brumosas que descienden de los cerros circundantes. El viento sopla, suspira y lanza silbidos que recorren distancias remotas y se pierden en la concavidad del firmamento”.

La oscuridad, nocturna, ya se había apostado con gran temeridad en derredor. A pesar de mis ruegos, suplicas, amenazas, intentos de cohecho, en fin, a pesar de todos mis vanos intentos, Valery se encapricho en acompañarme. Siendo imposible despercudirme de su compañía la arropé lo mejor que pude. Un mar, en constante vaivén, nos dio la bienvenida. El viento reinante, desplazaba a la bruma con gran celeridad.

“jadeante y negándose a dar un paso, Vale se sienta al borde del camino. Ni mis palabras, ni mis ruegos logran convencerla de cambiar su actitud. ¿Cargarla?, ni pensarlo, esta enorme la nena. Me siento a su lado, la abrazo con cariño y acaricio sus cabellos. Un viento helado roza nuestras mejillas y besa nuestros labios...”

Recordando, nuestras pláticas frecuentes, traje al presente aquellas palabras que me había dicho en mas de una ocasión: “Más vale sola que mal acompañada...”. ¿Qué pasó Tatita?, ahora te vas a tragar tus propias palabras... ¿Te cansaste de la soledad y del frío...?

Al llegar, no se mostró sorprendida aunque tampoco mostró entusiasmo. No se hallaba sola, su lisonjero amigo se encontraba acomodado en la sala. Nos lo presentó.

Antes de enfrascarse en una relación tenia que contar con mi consentimiento. Total, así me lo prometio y las promesas se cumplen, ¿no? El tipo me pareció muy atento, todo un caballero... medieval. La verdad, es que estaba bastante mayorcito para ella. Conversador, alegre pero no creo que eso sea suficiente... y menos para una mujer madura y con la suficiente energía como para mover un tren. Piropeador incansable, y algo chapucero. Se veía en sus ojos que se moría por Tatita (si no estaba muerto ya).

Arroz con leche, me quiero casar
Con una señorita de San Nicolás.

Tatita lo mantenía en raya. No era tan receptiva cuando de halagos se trataba. Sin embargo, era su invitado y mantenía las formas...

Yo soy la viudita del barrio del Rey
Me quiero casar y no sé con quien...

Llegamos justo para la ultima media hora de la telenovela que le encanta tanto a Tatita como a Valery; ambas, mueren de pasión, aunque en distinto grado, por Ahn Jae Wook, el actor y cantante coreano que trabaja en la novela rosa: “Stars in my heart”. Tanto don Marcial, como así se llama su invitado, y yo nos quedamos al margen.

Tantas cursilerías en la caja boba, que aunque resulte imposible me fui metiendo en la trama: Mei li ama a Yuh ni. Él, es rico y famoso. Ella, una bonita pero pobre costurera. Él le propuso matrimonio. Ella tiene dudas y temores. La familia de Mei-Li no esta de acuerdo con la boda y... se acabo... ¡Ay no! Ahn, ya tienes una fan mas.

Don Marcial, dormía profundamente y no se como no despertaba con tanto ronquido. Me lleve un instante a Tatita a la cocina y note en ella cierta mirada de niña traviesa (a tus años Abue...)

No voy a contar lo que me dijo, pero si ella es feliz yo soy feliz.