miércoles, julio 13, 2005

Maldición (Beba´s X-files)

Este es uno de mis posts favoritos. No sé mucho de literatura, pero logró crear todo un ambiente lleno de patetismo que me llegó. Creo que se llama Maldición. Aquí lo posteo. No creo que sea la versión final que publicó.

S.


"Siembra vientos y cosecharas tempestades", me lo dijo un agricultor despistado, mientras trataba de interpretar la líneas de la vida en la palma de mi mano... Era un hombre bajo de estatura, rostro cetrino y enjuto, con todos los años encima y de modos rústicos. Amigo y confidente de Tatita en temas sobrenaturales. Rabdomante, quiromántico, aprensivo y poseedor, según él, de la verdad absoluta (un charlatán, para mí, de los tantos que pululan). Sentí asco mientras cogía mi mano y frotaba su pulgar contra mi palma, como tratando de borrar de ella alguna línea indeseada o indescifrable o simplemente capturar mi atención. Todo alrededor, lucía como a desastre: Decenas de velas, de diversos tamaños y colores, encendidas iluminaban a estampitas, imágenes religiosas y fetiches de abominable aspecto. El viento golpeaba y sacudía desde sus goznes a las desvencijadas ventanas que se mantenían en su lugar de milagro y como prueba irrefutable de la voluntad divina... Sentí claramente, su aliento a aguardiente y un brillo pecaminoso y grotesco en su mirada. A ratos, apretaba con fuerza mi muñeca, con tanta, que intenté safarme en más de una ocasión; sólo la mirada persuasiva de Tatita lo impedía. Empero, mi paciencia se agotaba...

Abordamos un auto que nos llevó, después de casi tres horas de viaje, a un lugar olvidado por Dios y por los hombres. En donde, un minúsculo e infecundo campo de cultivo rodeaba a una casucha erigida con restos de todo aquello que cualquier persona en su juicio habría desechado. No había ni pistas ni camino asentado; el auto se sacudía y dejaba escapar chirridos y gimoteos; nosotras, en el asiento posterior, nos balanceábamos sin ton ni son. En la puerta, de aquel esperpento de casa, nos esperaba el "maestro" Sifuentes. La primera en descender del vehículo fue Tatita, y apenas lo hizo le indicó al chofer, amablemente, que esperase. El "maestro" se acercó a ella y con un tosco abrazo le dio la bienvenida. Yo, dudé en bajer; por el aspecto del lugar, temí encontrar algo muerto bajo mis pies. Tatita me llamó y me presentó al "maestro", que haciendo una sumisa reverencia cogió mi mano apretándola con fuerza; sentí su mano callosa, acartonada y aspera como lija... entramos a la casucha.

No sé como Tatita logró convencerme para acompañarla; acepté, a regañadientes. Después de hablar, casi una hora con el "maestro", me señaló y dijo: "Porque no aprovechamos que mi nieta está aquí para que le leas la mano". Me mostré soprendida por esa declaración, totalmente fría... Siempre he sido escéptica a cuestiones paranormales, aunque en el fondo sentía y siento cierto resquemor... Como expulsado por un resorte, el pequeño hombre se me aproximo con plena soltura y sin mediar fórmula alguna o consentimiento de mi parte cogió mi mano con fruición. Observaba mi palma con detalle en el más absoluto silencio, después de un instante que pareció eterno soltó aquella trillada frase: "Siembras vientos..." y volvió al mutismo. El silencio era interrumpido por espasmos asmáticos que lo obligaban a retirar de su frente aquel flequillo de cabellos grasientos que le cubrían los ojos. Sentí arcadas y el tipo obsecado en no soltar mi muñeca... Hasta que en un raptus de benevolencia divina me liberó... Sin embargo, conservaba en su semblante un aspecto tétrico que espantó a Tatita. Se podía ver el brillo de sus ojos cubiertos de una ligera humedad. La abuela quiso saber qué es lo que había visto en la palma de mi mano para que se pusiera así. Con unos prolegómenos circenses y un desarrollo escénico y actoral impecables, soltó un gemido agudo y lastimero que espantaría al más valiente y dijo: "La niña está maldita... Todo lo que toque será maldito...". Eso terminó por colmar mi paciencia... rauda y veloz abandoné la habitación y me enclaustré en la parte posterior del vehículo. Mi ofuscación y molestia eran tan obvias que el chofer se privó de observación alguna.

Tatita demoró en salir. Luego, en el umbral, se despidió del maestro dándole la mano y dejándole en la suya una muy buena propina. Mientras se dirigía al vehículo, noté en ella una fría mirada y un mohín de lástima. No hablabamos en el camino de retorno. Apoyé mi cabeza en su regazo y quedé profundamente dormida.

2 Comments:

Blogger Alphonse Zheimer Dijo...

Magnífica narración, tienes un talento sorprendente para ser tan joven, enhorabuena.

1:09 a. m., julio 14, 2005  
Anonymous Anónimo Dijo...

Cool blog, interesting information... Keep it UP » »

2:23 a. m., marzo 03, 2007  

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