viernes, julio 01, 2005

Mi habitación

Tratando de no mostrar una contrariedad flagrante ocupo sin pena ni gloria una pequeña habitación en el tercer piso. El piso de parquet y una cuantas marcas sobre él me hacen colegir que este lugar debió de ser el gimnasio familiar. Sólo han dejado la bicicleta estacionaria al pie de la ventana, incorporándola, sin desentonar, a la decoración de la habitación (muy infantil). Si vamos a comparar, diré que esta habitación es la mitad de la que ocupaba antes. Sin embargo, esta diferencia no le resta comodidad.

Ni las ventanas y cortinas, abiertas, en su totalidad, parecen dar tregua a esta inclemente ola de calor que se cierne sobre mi cuerpo y perla mis sienes de sudor. El ambiente es irrespirable y abochornante. Enciendo el ventilador del techo que cual gigante quijotesco se embarca en un movimiento torpe y lerdo generando sólamente lenguas de fuego...

Sólo el Sol
El Sol solamente
Solo en el Cielo
Y yo tan solo
A solas con el Sol
Sonrío plenamente
(Eielson)

A través de la ventana, observo, ociosamente, el libre desplazamiento de las personas en la calle. En nada se diferencia de las que conozco (bueno, tampoco me he mudado de planeta ¿no?). El guiño furtivo de un transeúnte me obliga a guarecerme dentro de la habitación; ninguna diferencia con Lima la Horrible...

Esta ciudad que beso día y noche
Como besaba Lima en la niebla
Y luego besé París
Y mañana besaré Moscú
Nueva York y Tokio
Londres y París.
(Eielson)

Aquí, no tengo las gollerías que en casa. Me levanto retemprano o me despierta la voz "dulce" y bronca de tía Ruthi, que avanza dando tumbos entre las paredes, sube las escaleras, penetra bajo la puerta, sube por el pie de la cama, avanza sobre las sábanas y se clava en mi oídos con la fuerza de mil truenos rescatándome del séptimo sueño.

Por lo menos una vez a la semana, cada integrante de la familia le toca preparar el desayuno y yo, como parte de ella, no soy la excepción. Como mis conocimientos de cocina sólo abarcan el saber hervir el agua y más nada, me he visto forzada sin mutuo consenso a despertar, durante tres días (madrugadas) seguidos, para enseñarme el preparado de la avena y el arreglo de la mesa. Si sabía que iba a hacer labores domésticas me hubiera traído a la Mary... Sólo falta que me manden al establo a ordeñar las vacas..., definitivamente, no tengo vocación de Laura Ingalls en medio de esta familia tan sencilla y campechana.

El único teléfono, de casa, se encuentra en el primer piso. En mi primera noche tuve que bajar corriendo, tras los gritos de tía Ruthi y la prima Paulina (su eco), las escaleras, con riesgo a desnucarme en el intento, para contestar el teléfono a horas no adecuadas; "Si me extrañas tanto papito, ¿Por qué rayos me enviaste tan lejos? Yo también te extraño pero no te lo voy a decir...".

No hay conexión de internet, así es que, tengo que editar mis textos en una vetusta computadora cuya diskettera funciona porque Dios es grande y misericordioso, ir a una cabina de internet y publicar. La falta de privacidad me inhibe entablar una conversación a través del MSM. Copio mis mails a un disco, para leerlos en la tranquilidad de casa, y respondo a unos cuantos (escriban ¿ya?).

Bueno, las experiencias te hacen fuerte; y aunque, no paso las de Caín, la diferencia es notoria. Cuestión de adaptarse y ponerle al mal tiempo, buena cara. Saludos desde el infierno.

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada.
¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
(San Juan de la Cruz)

1 Comments:

Blogger Andre_Ferreira Dijo...

:) Bueno al final te acostumbraras! Yo despues de 10 años lejos de casa volvi( y mi casa es en el campo). Despues de 3 años de viaje volvi a Portugal...
Me rei mucho con tu texto( espero que eso no te aburra) esta genial el poema de San Juan de la Cruz esta un muy bueno final!

6:35 a. m., julio 02, 2005  

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