Sábado ardiente

Un sábado más pero no un sábado cualquiera. Estoy sola en casa, el Sol cae y la penumbra hurga, se expande y se hospeda en cada rincón. El calor ha cedido ostensiblemente; mis pies descalzos se confunden y mimetizan con la frescura del marmolado piso.

Aliso mis cabellos fervientemente, cierro los ojos y recorro con las yemas de los dedos el suave terciopelo que recubre, como piel, las paredes del sofá; me reclino sobre él y evoco aquel Sábado, no cualquier sábado, en el que tu cuerpo y el mío se enlazaron para formar sólo uno.

Mis manos, o tus manos, recorriendo mi cuerpo que se torna vulnerable al impetuoso lisonjeo de tus labios y mi piel. El fragor impenitente, la fuerza desigual, mi levedad contra tu fortaleza se hace eterno.

Mis senos inflamados se nutren de una llama viva que desciende hasta mi vientre, convirtiéndome en una tea entre tus brazos. El dolor y el deseo no se arredran al castigo y sucumben al suplicio de tu sexo, que se regodea en mis vacíos, vertiendo la panacea de la vida dentro mío.


"...El monte de Venus, en constante ebullición, consiente, en perpetrar, la entronización del íncubo pérfido pero deseado; mis labios menores se sensibilizan al contacto y devaneos de falanges que transgreden las funciones del encéfalo y me llevan al paroxismo supremo llenándome de una alegría incontenible... Mis cabellos húmedos, cubren mis pechos a punto de estallar como volcanes repletos de miel y magma".

"Me refugio en sábanas de seda que exacerban mis deseos de noches pasionales y encuentros clandestinos en los que no soy yo; en los que soy, solo una mujer en total entrega al hombre que ama."

(No necesito recordarte que esta noche estoy a..., atenta a tus comentarios).


La segunda parte de este post, el poemita de mi autoría, refrito para algunos, es a propósito de un post que leí en la red en donde se trataba con reticencias y dudas el uso de consoladores (vibradores) y otros accesorios (falanges) por las mujeres de hoy. No es un tema tabú como tampoco es un tema para departir en medio de una cena familiar; sin embargo, mi punto de vista es, que tanto hombres como mujeres sucumben ante los deseos carnales y todos tenemos la potestad, la libertad de satisfacernos de la manera que querramos, eso sí, con plena conciencia. La represión puede generar, no soy una especialista, algunos desbalances psicosomáticos: ¡Hagan el amor! pero con responsabilidad. O usen consoladores, falanges y sean felices como unas lombrices.