lunes, setiembre 05, 2005

Una entrega fantasmal

terror1


(Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

Por Beatriz Neumann

Primera Parte


Se sintió pletórica de júbilo cuando recibió las llaves de su nuevo departamento. Su alegría era desbordante, enorme, desquiciada y tanta que estuvo a punto de besar al vendedor. Un gramito escondido de sentido común, de último instante, le sugirió, sólo, darle un tibio abrazo... Sentir, palpar aquel minúsculo y frío objeto metálico le resultó casi increíble. No era sólo una llave después de todo, era, en todo caso, su llave a la plena y total independencia, o por lo menos, ganar, una buena parte de ella; no era momento para disquisiciones sino para celebraciones.

Para muchos, la sola idea de la casa propia es un sueño inalcanzable, pero, para Fernanda, era sólo un pequeño eslabón dentro de su larga cadena de caprichos conseguidos. Sería, para felicidad suya, la primera ,y la más envidiada chica de la universidad, en tener un departamento propio. Ya no vería, cada mañana, la cara de Sofía, su madrasta; la odiaba como nunca antes había odiado a alguien y odiaba aún más, respirar de su mismo aire; tampoco, tendría que pedir permiso ni dar explicaciones a nadie para salir a algún lugar.

18 años recién cumplidos y ya tenía su propio departamento, no cabía en su propio pellejo y quería gritarlo a los cuatro vientos... Aún recuerda, con total claridad la cara de sorpresa que puso su padre cuando contestó a su pregunta ("¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?") con un inesperado pedido: "Un departamentito...".

Las cosas, en casa, no marchaban bien. Los desencuentros entre Fernanda y Sofía eran frecuentes y se tornaban violentos. Un par de veces, Fernanda, se fue de casa y volvió sólo después de un par de días con peor humor del que se fue.

Roldán, padre de Fernanda, replicó al pedido de su hija con un "Ya veremos...". Para Fernanda, un "Ya veremos" era un "Sí". Para el mismo Roldán era "No me queda otra...". Él, era una persona amable pero carecía de carácter y de poder de decisión cuando de por medio estaban su mujer e hija; sólo obedecía, sus designios, a pies juntillas, aunque aparentaba, en la medida de lo posible, tener la sartén por el mango.

Estaba maravillada con su nuevo departamento. Tenía que llamar a su padre para agradecerle. Apenas percibió un lejano y bronco "Aló", se apresuró en decir "Gracias" y cortar sin más ni más. Se paseaba por los ambientes vacíos y tocaba las paredes recién pintadas. El olor la mareaba y abrió un enorme ventanal pero el frío intenso que se coló, a través de ella, la forzó a cerrarla. Llamó a su casa pidiendo que le envíen sus cosas que ya había colocado, previsoriamente, dentro de valijas; adoraba su enorme cama, de fino roble, y también ordenó que se la enviaran.

Llamó a un pequeño grupo de la universidad, a los más populares por supuesto. Llamó al celular de Víctor, su enamorado, pero lo tenía apagado; llamó a su casa pero no lo halló y sólo dejó un recado, consignando su nueva dirección, para cuando volviese.

Su padre fue a visitarla y tuvo que irse rápido, a insistencia de Fernanda, cuando llegaron sus. Como no había equipo de música, sólo se dedicaron a conversar, a soltar bromas y beber. Los vómitos sobre su nuevo piso dieron por terminada la reunión. Una molesta Fernanda los despachó ráudamente. Sólo se quedó Víctor, que permanecía quieto frente a la ventana, oservando a los que se iban.

Dejando a un lado la botella que tenía entre sus manos, volteó y miró con picardía a Fernanda. Se abalanzó sobre ella y aferrándola con un abrazo de oso la besó apasionadamente. Su aliento a licor y a cigarro le provocaron, a Fernanda, arcadas y náuseas por lo que lo apartó con un mohín de asco. Cada intento de asalto por parte de Víctor era, inmediatamente, rechazado por Fernanda. Algo mortificado se quitó el polo y se dirigió al cuarto de baño. El ruido de la ducha abierta le recordaron a Fernanda que aún faltaba colocar un calentador de agua. Los gritillos de Víctor era señal que ya estaba al corriente de la omisión.

Las toallas, aún permanecía dentro de las valijas y, Fernanda, fue por ellas. La cremallera de la valija no se abría. Por más que porfiaba en abrirla, sus intentos eran vanos. En un último intento, haló con tanta fuerza que terminó por morderse la parte exterior del pulgar de la otra mano. "¡Mierda!" se dejó escuchar sin decoro y sólo atinó a chuparse la parte afectada. Con la mano sana, arrastrando la toalla, se la llevó a Víctor.

Él, seguía bajo el torrente helado. Sonrío al verla, mostrando su desnudez sin pudor alguno. Cuando la tuvo a su alcance la asió de una mano y la arrastró hacia él.

La broma no le gustó a Fernanda que lo abofeteó, abandonando la ducha. Se secó rápidamente y le arrojó con, el desprecio marcado en el rostro, la toalla. Nunca lo había golpeado, pero se lo merecía. Sin embargo, una sensación de culpa la invadía...

Se quitó el húmedo jean que ahora sentía muy frío y que pesaba horrores. Lo propio hizo con la casaquita y el pequeño polito. Buscó una toalla, se demoró en encontrarla. Ya no era necesaria. Sintió un frío y desnudo abrazo por detrás. Pensó en Víctor... y en la bofetada. Ya no sentía el olor a licor ni cigarro. No trató de zafarse. Su cuerpo frio la hizo tiritar; sólo cerró sus ojos y se dejó tocar y acariciar toda. Sentía sus manos gélidas pero éstas se movían muy bien haciendo hincapié en sus puntos más sensibles. Fernanda, se adentró en un estado de completa excitación. Sintió la presión de su cuerpo contra sus espaldas, cada vez más fuerte. Se dejó desnudar completamente, acariciar los senos y besar el cuello y espalda. Cuando sintió que exploraba su interior le asaltó la idea de haber olvidado algunas precauciones y cortó su entrega repentinamente... Abrió los ojos, volteó, pero, no lo vió. Se espantó. Un frío intenso le recorrió su desnudo cuerpo y la piel terminó por erizársele cuando sintió la puerta abrirse y sentir la voz de Víctor pidiendo permiso para entrar... Con la cara de arrepentimiento en ciernes, Víctor entró a la habitación... Perfectamente vestido y con un cigarro a medio fumar.

terroracostada

4 Comments:

Blogger xxx Dijo...

A veces se ve en la tv que pasa lo mismo. En Hope&Faith, un sitcom norteamericano de 2 hermanas, una se hizo pasar por la otra y el marido nunca se dio cuenta.

Sera posible eso. No te podras cuenta de que no huele a tu amado. Que miedo.

5:02 p. m., setiembre 05, 2005  
Blogger Ramiego Dijo...

Interesante novedad (para mí) saber que la Neumann ha comenzado a entregarnos narraciones de su cosecha que ¿linden? con la ciencia ficción.

Habrá que seguir atentos y hurgar mas sorpresitas por ahí.

Saludos

11:27 a. m., setiembre 06, 2005  
Blogger Herr Hauptmann Dijo...

Punto para el íncubo que se achuntó con Fernanda. Hey Beba, ya deja de estar mirando "Private Blue"...

4:23 p. m., setiembre 06, 2005  
Blogger maca Dijo...

Me gusto mucho tu blog, y me encanto el escrito... pienso muchas cosas con lo que escribiste... pero bueno
cuidate :)

3:20 p. m., agosto 24, 2009  

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