Laura Bozzo y la inseguridad ciudadana

La inseguridad ciudadana es un problema que nos afecta a todos. ¿Quién no ha recibido la "visita" de los "amigos de lo ajeno" en casa? Pocos levantan la mano. ¿Quién no ha sido asaltado en las calles de algún distrito de la gran Lima? Menos, son los que levantan la mano ahora. Como, dije al inicio, este problema afecta a todos y en especial la imagen nuestra en el exterior...

Aunque, también se tiene que dar buena parte del crédito de esta terrible imagen nuestra proyectada en el exterior a la "apreciadísima defensora de los pobres" doña Laura Bozzo. Los peruanos no tenemos el "privilegio" de ver su programa pero muchos países vecinos sí que lo ven y con qué ojos... Anoche estuve hablando con una amiga colombiana y me decía: "..., pero los peruanos son así...". "¿Así como...? - le pregunté-. "Machistas, belicosos, groseros, borrachos, casi salvajes... , y muchos parecen drogadictos y delincuentes". "Gracias por lo que me toca...", le respondí con la verguenza escondida tras la ventana de mi monitor (que si tenía Webcam en casa se iba a dar cuenta de mi grado de incomodidad). Ahora, la pregunta de cajón: ¿Cómo defiendo al Perú si la "cochina competencia" de Laura y de sus programas amañados, exagerados venden con mucho éxito una imagen distorsionada nuestra? Explicarle a mi amiga me tomó horas; que si me creyó o no..., ese es otro rollo, como se suele decir... La lavativa cerebral, lamentablemente, es irreversible en la mayoría de casos...

Sin embargo. En nuestro país también se cuecen habas... No podemos negar que los niveles de inseguridad son enormes. Ayer mismo tuve que lidiar con una desagradable experiencia. Eran las diez de la mañana y tomé un colectivo de Circunvalación al puente Atocongo en San juan de Miraflores. Como no había mucho que hacer en la oficina, me dirigí a casa de Carla, enfermita, en la urbanización FONAVI. El tiempo necesitado para llegar a mi punto de destino fueron escasísimos 12 minutos (Meteoro al volante). La custer paró en seco y pude descender, tomándome algo de tiempo, recuperar la gravedad terrícola... Cuando descendía del vehículo puder ver a algunas personillas apostadas en los alrededores, esperando sus vehículos. También pude notar la presencia de dos chicos de mediana edad, observando con mucho detalle mi cartera y mi casaca de cuero recién comprada. No hay prejuicios de por medio pero huelo a los ladrones. Por los menos tengo un grado de sensibilidad que me avisa cuando hay peligro de por medio. En menos de un año he tenido tres pésimas experiencias con dos celulares menos en mi haber.

Como había más personas presentes me pegué al grupo más denso... Subir por las escaleras sola es un riesgo y llegar a la cima del puente para proseguir tu camino, también. Este puente, como creo todos, tiene la particularidad de tener un largo enrrejado colindante con la pista y que forma un largo callejón, ideal para cualquier robo. La única forma de salir de él es caminando quince o más metros que mide el enrrejado de largo... Si subía, fácil me agarraban y me desnudaban sin que nadie hiciera algo para evitarlo, pudiéndolo o no. El paradero se quedaba con menos gente y estos dos tipos que se acercaban más y más con la intención de rodearme. Subí las escalerillas del puente y a medio recorrido me topé con un señor que por la escalera de madera que llevaba consigo pudo colegir que era pintor y que bajaba a tomar su bus para hacer algún trabajillo... Le conté que me sentía en peligro y me acompañó hasta llegar a la cima del puente. Pero los tipos nos seguían. El señor me acompañó hasta casi acabar el callejón de entre baranda y rejas... Y los tipos con caritas angelicales parecía decididos a todo. Me acompañó un par de metros mas allá, lejos del callejón, hasta la escalinata que sirve para llegar a Fonavi. Entonces mi buen samaritano, sacó de entre sus pertenencias un enorme palo que le servía para aumentar el tamaño de su brocha en aptitud retadora... Los tipos dieron media vuelta y abordaron el primer vehículo que pasó por ahí... Le agradecí al señor, aunque con el nerviosismo reflejado en mi rostro y me dirigí a casa de Carla.

Acabada mi visita retorné al paradero, ahora, acompañada de un hermano de Carla. Pude ver sobre el puente una unidad de Serenazgo. Tobi, hermano de Carla, me contó que el puente Atocongo es un punto regular y frecuente de robos, y especial, se convierte en intransitable a partir de las seis de la tarde. Grupos grandes de diez o más chicos hacen sus fechorías con total libertad. Me contó el caso de un asalto muy peculiar... Ocurrido de mañana con poca gente alrededor. Una señora transitando por aquella trampa del enrejado sobre el puente, caminaba acompañada de su pequeña hija y que un tipo perfectamente trajeado se le para al frente y le dice: "O me da su monedero o arrojo a su hija por el puente...". Obvio que la señora eligió bien pero fue presa de una crisis nerviosa...

La inseguridad, lamentablemente, es el problema con el que tenemos que lidiar día con día. Y no sólo por la delincuencia sino también por el estado de psicosis de las personas que se muestran a la defensiva ante el peligro y dispuestas a reaccionar de distintas manera. Violencia en las calles y violencia en los medios... Muchos atizadores del fuego y pocos bomberos...