martes, setiembre 27, 2005

Barbarian (I)

Por Beatriz Neumann


Calma..., sosiego..., melodía..., silencio..., paz..., son sólo palabras que flotan sin sentido en un Universo cargado de incertidumbre, rencor, miedo y deseos desmedidos de venganza. Matar para no morir y vivir para matar...

La memoria humana, tan frágil y débil como una flor en invierno crudo, apenas recuerda, tan lejano como un rumor y tan distante como un grito perdido en la indiferencia, cual fue el motivo exacto que dio origen a tan cruentos enfrentamientos: no sabemos por qué peleamos. Ya no reconocemos, a ciencia cierta, quién es el enemigo y quién el aliado. Todos son (somos) sospechosos y el beneficio de la duda no existe... Roldán, degolló esta tarde a diez enemigos o viajeros o Dios sabe qué; no tenían armas pero la seguridad de su pueblo está primero y a cualquier precio.

No recuerdo a mis padres, no recuerdo si alguna vez tuve un hogar; me siento arrancado de raíz. Sólo sé -y es en lo único que estoy seguro- que mi vida y la vida de miles está -para bien o para mal- en manos de Roldán, nuestro líder, que sólo busca la paz... ¿Qué extraña palabra..., PAZ? No logro concebir qué pueda ser. La única paz que reconozco es la paz de la muerte en cientos de cadáveres que se pudren en los campos de batalla... Roldán, habla día y noche de la paz, de la dichosa paz, y ha dicho que la única forma de alcanzarla es destruyendo al enemigo. "¿Quién es el enemigo?", pregunte una vez y la respuesta fue tajante: "¡TODOS!" Nadie más se animó a preguntar, todos obedecían, calladamente, e incluso yo. Tenía que confiar en nuestro líder natural de lo contrario mi vida valdría menos que la nada. Roldán, el más fuerte, el más orgulloso, marchó, sobre su caballo, orondo y desafiante toda la tarde.

Mi caballo apenas se sostiene, mi peso lo abruma. Parece que en cualquier momento se va desmoronar por los suelos y tendré que caminar una vez más. Mis pies, no creo que soporten caminar por éstos caminos tan escarpados, tan difíciles... Tengo hambre, tengo sed... Somos demasiados y hay tan poco que comer. Roldán y sus principales no las padecen..., en la cadena de supervivencia ellos están por encima del resto. Muchos, ya han caído por hambre o cansancio y no podemos ayudarlos ni detenernos. Tenemos que llegar hasta las cuevas. Sólo allí estaremos seguros.La noche está cayendo. Cualquiera esta noche podría ser el festín del resto..., no sería la primera vez que probemos carne humana, espero que no sea la mía...

El polvo que nos impedía respirar se ha disipado con la lluvia. He comenzado a toser sin descanso. Creo que estoy muy enfermo. Algunos me miran con pena. Recuerdo haber mirado así, a otros que cayeron por el camino. Muchos han muerto. Yo no quiero morir sin haber disfrutado de una mujer y de un buen vino. Todas las mujeres son para Roldán y sus oficiales..., sólo después nos la entregan, moribundas o muertas...

La noches es muy oscura. Y estamos lejos de las cuevas. Los vientos helados y la lluvia persistente me hiela hasta los huesos. Oigo el rechinar de dientes. No podemos encender una fogata, eso advertiría al enemigo. Unos duermen y otros vigilan. Un puntapié me indica que me toca continuar con la guardia. Siento la garganta seca y un nudo en el estómago. Tengo sueño pero no debo dormir. Espero sobrevivir esta noche...